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domingo, 26 de agosto de 2012

Un verano extraño.

Caminábamos tranquilamente hacia el lugar donde pretendíamos pasar la tarde charlando como el día anterior, llegamos y nos sentamos en la misma mesa en la calle que ayer, todo transcurría como la vez anterior, pero Marta estaba algo más callada.

-Siento no hablar tanto como el otro día, pero estoy nerviosa por lo que tengo que contarte.-tragó saliva se quedó mirándome y yo no sabía que es lo que podría salir de aquella boquita.- Tengo que decirte, que sabrás que nunca antes había hablado con nadie que no fuese de mi grupo de amigos, pero este verano tuve problemas con ellos y me di cuenta de muchas cosas.

No me esperaba aquello, me pillo de improvisto, pensaba que me diría algo mas alegre. Le dije que fuera lo que fuese lo que tenía que decir que no pasaba nada que se tranquilizara. Que lo que hubiese pasado no tenía porque ser malo.

- Discutíamos mucho...- Marta siguió con su explicación.-... a pesar de todos los años que llevábamos juntos no éramos capaces perdonarnos pequeñas diferencias y roces que pasaron durante este verano. No nos soportábamos, pasamos demasiado tiempo juntos y al final todos dejaron de hablarme, decían que yo era una persona que tan solo era fachada, dejé un tiempo de salir con ellos y descubrí que no les echaba en falta. Entonces me di cuenta que no eran amigos de verdad, ni ellos se preocuparon por saber si yo estaba bien, ni yo notaba su ausencia en mi vida.-Hizo una pausa para respirar, pues se le notaba triste y continuó explicándome.- Decidí aquel día que desde entonces no querría saber nada de ellos y que conocería a gente nueva y no volvería a permitir que me pasase lo que sucedió con ellos.

Dicho todo esto yo estaba anonadado, no sabía que decir, en aquel momento solo podía pensar que ella era amable conmigo porque no tenía a nadie más, porque se había quedado sola, pero para mi sorpresa Marta me iba a hacer ver que las cosas no eran como yo las veía en ese momento y que no se acercó a mi porque no tuviese a nadie más, si no que alguien le habló de mi aquel verano y sintió mucha curiosidad por conocerme.

-Este verano, me fui de campamento porque no quería ver a mis "amigos"...-dijo Marta con voz temblorosa.-... y casualmente conocí a una chica que hablaba maravillas de un chico con el que años atrás había compartido campamento.-No me esperaba que lo que ella estaba a punto de contar.-Una chica llamada Victoria, me empezó a hablar de un chico muy educado e inteligente, que siempre estaba para los demás cuando le necesitaban y que no le importaba mirar por el bien de otros antes que por el suyo propio, Victoria y su novio Álvaro, me hablaban continuamente de ti, aunque evidentemente en aquel momento yo no sabía que aquel chico misterioso eras tu.

Seguía sin saber como reaccionar a eso, yo conocí a aquella pareja en un campamento cuando tan solo tenía doce años, después de tantos años ellos seguían pensando cosas maravillosas sobre mi, y lo que es más, ella no sabía que se trataba de mi, pero me contaba que querría poder conocer a la persona de la que tan bien le hablaron.

A Marta le contaron todo lo que yo hice por la gente del campamento y lo que hacía por cualquier persona siempre que se me presentaba la ocasión. Ella pensaba que fuera como fuese debía conocer a ese chico, era una persona que a su parecer merecía mucho la pena, no como los amigos que la dejaron de lado por un simple malentendido.

Me contó que les preguntaba mucho sobre esa misteriosa persona, hasta que un día se dio cuenta que nunca le habían dicho ni de donde era ni como se llamaba y por ello decidió preguntarlo ella misma. Victoria y Álvaro le dijeron que se llamaba Luis y que vivía en un pequeño pueblecito, que casualmente, era el mismo donde ella residía.

Marta se quedó pensativa y no recordaba conocer a ningún Luis, ya que aún estando en el ultimo año de instituto nunca habíamos cruzado muchas palabras. Cuando empezó el curso ella si logró acordarse de mi e inmediatamente pensó que yo debía ser aquel Luis del que le habían hablado.

En aquel momento yo no sabía que pensar, ella solo quería conocerme por lo que le habían dicho otras personas, pero yo sin embargo siempre había estado dispuesto a conocer a todo el mundo aunque nadie se acercase a mi. No sabía qué hacer o qué pensar, entonces ella me dijo que solo quiso conocerme de verdad cuando se enteró de que ese Luis era yo, porque me había tenido todos estos años delante y por culpa de los prejuicios de sus amigos no se atrevió a hablar nunca con nadie.

Supongo que eso es bueno, ya que así podríamos conocernos, pero yo en ese momento necesitaba tiempo para pensar y saber si ella realmente quería conocerme por como era yo y por voluntad propia o simplemente porque había dejado a sus amigos.

Yo me levanté de la mesa y fui a pagar lo mio, estaba aun aturdido por toda aquella información y no me di cuenta de decirle nada a ella, pagué y me fui hacia mi casa dejándola allí sola. Marta salió corriendo detrás de mi pero yo no me detuve hasta que ella grito mi nombre en medio de la calle más transitada del pueblo.

martes, 21 de agosto de 2012

Otro día más.

Me acosté mirando al techo de la habitación y pensando en aquel día tan fuera de lo común. No se si había sido real o no, simplemente pasé un buen día con la que seguro sería una persona con la que compartiría muchos momentos buenos este año. Me costó mucho dormir ese día y casi no descansé fue como un parpadeo, antes de cerrar los ojos ya estaba estirando la mano para apagar la alarma del móvil.

Desconecté la alarma, pero me volví a dormir, aún era pronto tenía tiempo más que de sobra para poder ducharme y salir corriendo a clase. Al final así fue, llegaba tarde como siempre y hoy no tendría la suerte del día anterior porque este profesor no se retrasaba nunca.

Llegué a clase y la puerta ya estaba cerrada, así que me bajé tranquilamente a la biblioteca del instituto a leer un rato y a esperar a la siguiente clase, pero por las escaleras me encontré casualmente con Marta ella también llegaba tarde.

- ¡Buenos días Luis! - me dijo Marta mientras subía apresurada las escaleras. 

Marta llegó a la puerta de clase y también se encontraba cerrada, había llegado casi quince minutos tarde. Nos volvimos a encontrar en la biblioteca, ya que ella se bajó allí a leer y a hacer tiempo hasta que empezase la siguiente clase. Los dos nos pusimos a leer cada uno en un rincón diferente de la biblioteca. Marta leía una novela juvenil y yo un libro de ciencia ficción, nuestros gustos eran totalmente opuestos. 

Cuando tocó la sirena que advertía que debíamos entrar a la siguiente clase ambos cerramos los libros, los guardamos en nuestras mochilas y volvimos cada uno a su clase, pero por el camino Marta me pidió algo.

- Una cosa Luis, ¿te importaría que pasáramos luego la hora de descanso juntos en el patio?- Se calló se quedó mirándome y esperando mi respuesta.

-Claro que si, no hay ningún problema nos veremos en el patio entonces.- Ella se sonrojó un poco y entonces nos despedimos, ella iba a darme un abrazo, pero se empezaron a abrir las puertas de las clases y la gente comenzó a salir, no me lo dio y salió corriendo a su clase. 

Pasaron las horas de clase que quedaban antes del descanso y yo no podía prestar atención a lo que decían los profesores, solo podía intentar no quedarme dormido y pensar en por qué ella quería que compartiésemos el tiempo de descanso.

Sin darme cuenta de nada llegó la hora del descanso y me dirigí al banco donde Marta pasó el tiempo el día anterior. Allí no encontré a nadie, decidí esperar unos minutos, igual simplemente se habría retrasado al salir de clase.

Al fin, tras un largo rato esperándola apareció y comenzamos a hablar, ella me contaba que quería explicarme lo que no me dijo el día anterior a la pregunta que yo le hice, pero que no quería contármelo allí. Así que quedamos para aquella tarde, saldríamos juntos de clase e iríamos a tomar algo donde la tarde anterior.

Pasaron las horas de clase y fui a casa a comer, después del descanso para comer volví para las clases de la tarde tan monótonas, aburridas y sin ningún aliciente para mi como siempre. Solo deseaba que las horas pasaran rápidamente para poder salir y volver a casa.

Llegó la hora de volver a casa y yo sin pensármelo ni un solo segundo me dirigí con paso firme hacia mi casa. Estaba a mitad de camino cuando me acorde de algo, había quedado con Marta, casi se me olvida, así pues regresé rápidamente al instituto y allí estaba ella en la puerta esperándome. Le pedí disculpas por mi mala cabeza y los dos anduvimos el camino a casa como el día anterior para dejar las mochilas e ir mas tarde a hablar como ella me dijo.

martes, 14 de agosto de 2012

Una pregunta incómoda.

Durante un buen rato estuvimos hablando sobre cosas sin sentido, temas triviales que no llevan a ninguna parte, entonces vino el camarero y paró aquella conversación sin sentido. Los dos pedimos algo, el camarero se fue y por un momento se creó un silenció que ninguno de los dos se atrevió a romper.

Seguíamos ambos en silencio sin saber que decir cuando volvieron con nuestro pedido. Los dos empezamos a comer y por intentar que aquello no fuese tan incomodo le pregunte:

-Oye Marta, ¿puedo hacerte una pregunta? - Me quedé mirándola y esperando que me dijese algo o me diese permiso, no sabía si le podía incomodar que yo fuese tan directo habiendo sido siempre tan tímido.

Ella paró de comer, se giró y con una enorme y preciosa sonrisa asintió con la cabeza y dijo - Claro Luis, puedes preguntar cuanto quieras y sin miedo. - y dicho esto se cruzó de brazos esperando mi pregunta.

Entonces yo le pregunte esperando que no le ofendiesen mis palabras - Espero que no te moleste la pregunta - hice una pequeña pausa porque no estaba seguro de querer preguntar, pero entonces ella me miró fijamente a los ojos esperando que yo le preguntase lo que quisiera que fuera a preguntarle y no me lo pensé más y le pregunte.- ¿por qué te sentaste sola hoy en el descanso de las clases?, si no quieres contestarla no pasa nada pero es algo que me sorprendió ver.

Marta se quedó unos segundos en silencio, supongo que meditando la respuesta que iba o que quería darme y entonces habló - Claro que quiero contestarte no voy a ocultar nada aunque es algo que me incomoda un poco hablar.- Dicho esto me quedé sin saber que decirle o que hacer pero tenía que decir algo y rápido antes de que ella pensara que no me importaba. 

Reflexioné un segundo sobre qué podría decirle y salieron solas las palabras de mi boca. - Tú no te preocupes, no es necesario que me contestes ahora si no quieres y si no contestas tampoco pasa nada. - me quedé mirándola y entonces los dos nos levantamos a la vez.

Nos dirigimos dentro del local a pagar lo que nos habíamos tomado, y yo intentando ser cortés le insistí a invitarla, pero ella no me dejó así que pagamos cada uno lo nuestro y volvimos afuera. Nos miranos, nos dimos un abrazo, me dio las gracias por aquel rato tan agradable que acabábamos de pasar y me dijo que ojala pudiéramos quedar otro día y continuar conociéndonos mejor.

Una vez nos habíamos despedido yo pensé que no seguiríamos el camino juntos de vuelta a casa por el que llegamos hasta allí y así sucedió. Marta se fue por otro camino distinto al mio, se dirigía al centro de la ciudad y yo emprendí la marcha de vuelta a casa. Nada mas llegar fui directamente a mi habitación y puse el ordenador en marcha y sin yo esperarlo tenía un mensaje nuevo.

Abrí aquel mensaje que yo no esperaba y aún fue más mi sorpresa al ver que era de Marta. Lo empecé a leer y decía cosas como: "me ha gustado mucho hablar contigo" o "espero poder quedar otro día y continuar con esto". Yo, sorprendido de aquel mensaje me fui a cenar y más tarde a dormir.

Me metí en la cama intentando asimilar lo que había vivido en lo que aún era el primer día del último año en aquel instituto y posiblemente en mi ciudad. Sabía que lo que había pasado con Marta no era mas que el inicio de una buena amistad, pero aquella reacción a la pregunta que le hice por la tarde me dejó intrigado en saber que podía haberle pasado el verano para encontrarse tan sola en el instituto y lo que es más haber pedido el traslado de clase.

miércoles, 8 de agosto de 2012

De vuelta a casa.

Por un momento se creó un silencio incómodo en el que ninguno de los dos dijo una sola palabra, ninguno estaba dispuesto a empezar la conversación así que me armé de valor y le pregunté:

-Querría hablar contigo sobre lo que ocurrió el otro día...- le dije sin casi entenderme a mi mismo mientras hablaba de lo nervioso que me encontraba- ... no se que pasó, ni porqué pasó, pero me gustaría como decías en la nota que me dejaste quedar algún día para poder conocernos mejor.-no creía que esas palabras saliesen de mi, el chico mas tímido que jamás hubo sobre la faz de La Tierra, pero efectivamente aquel si era yo.

Ella se quedó pensativa unos segundos, supongo que sorprendida por mi repentino cambió de actitud. No era normal que me acercase a hablar con nadie. Entonces ella me dijo:

-Lo único que quiero decirte es que me encantaría poder conocer a todas las personas con las que he ido a clase durante toda mi vida y aunque no acabáramos cayéndonos bien, por lo menos habremos tenido la posibilidad de conocernos.- dicho esto agachó la cabeza mirando al suelo y anduvimos durante unos minutos sin decir nada más.

Más tarde llegamos frente al portal de mi casa, ella se detuvo esperando una despedida y que yo me quedase allí, pero no fue así, me ofrecí a acompañarla a su casa y así poder charlar un poco más ya que vivía a un par de manzanas de mi casa. Se mostró sorprendida ante aquella actitud mía, pero poco a poco retomamos la conversación y el tiempo se nos fue rápidamente.

En un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos en su portal hablando de cosas que habían pasado durante todos estos años, compartiendo clase y casi sin saber de la existencia el uno del otro. Los dos fuimos juntos a clase desde jardín de infancia hasta este ultimo curso en el que nos habían separado. Coincidíamos siempre en clase pero nunca nos decidimos a dirigirnos la palabra, ella estaba siempre rodeada de gente y siempre con amigos y yo pasaba los recreos y las tardes solo en casa con la única compañía de mi gato.

Nada mas llegar a su portal nos pusimos el uno frente al otro, cesó la conversación tan bruscamente que ninguno supo como reaccionar. Marta, así se llamaba ella, salio corriendo sin decir nada y subió a su casa. Yo me quedé plantado frente a su portal sin poder moverme al no esperar aquella reacción por su parte. Pocos segundos después sin tampoco esperarlo Marta volvió a aparecer por el umbral de la puerta que se había quedado abierta antes y se dirigió a mi:

-Luis,-que aunque no lo dije antes así me llamo yo- ¿qué te parece si continuamos conociéndonos en la heladería?- soltó una risita y se colocó el bolso en el hombro.

Me quedé sorprendido por lo que pasaba en aquellos momentos, pero al final conseguí articular palabra y le dije -¡Estaré encantado de seguir charlando contigo donde sea!- no se si me mostré demasiado entusiasmado o no, pero estaba nervioso y no pude controlar mis palabras, continué hablando - Marta primero pasemos por mi casa y así puedo dejar mi mochila y estar mas tranquilos charlando.

Marta me acompaño encantada a mi casa, no estaba muy lejos y una vez llegamos subí a toda prisa, deje la mochila, me cambié la camiseta empapada en sudor por los nervios, cogí algo de dinero y bajé corriendo para no hacerla esperar mucho.

En cuanto nos volvimos a encontrar nos dirigimos a la heladería que ella me dijo antes y al llegar nos sentamos en una mesa y continuamos con la fluida conversación que habíamos dejado antes.

sábado, 4 de agosto de 2012

La nota.

Me quedé parado unos minutos, mirando la hoja de cuaderno que ella me acababa de dar. No sabía que hacer, como reaccionar, si mirar aquella misteriosa nota o ignorarla por completo. Cuando me había decidido a leerla, escuché la sirena que indicaba que la hora de descanso había terminado y debía volver a clase. Entonces, guardé la nota en unos de los bolsillos de mi pantalón y fui corriendo a clase.

Nada mas llegar a clase me senté en mi sitio y me olvidé por completo de la nota. Pasaron las siguientes horas de clase y yo seguía sin acordarme de la nota. Acabaron las clases y yo me dirigí andando tranquilamente de vuelta a casa para ir a comer. En el trayecto de vuelta a casa pensaba en el encuentro de aquella mañana y esperaba encontrarla al salir de clases ya que ella no vivía muy lejos.

Una vez en casa fui a la cocina, abrí la nevera y saqué un plato con las sobras de la cena del día anterior. Comí rápido, tenía mucha hambre y en cuanto terminé de comer me dejé caer en el sofá para descansar un rato antes de volver a las clases de la tarde. Mi gato vino corriendo y se tumbó encima de mi pierna, entonces note como aplastaba algo que había dentro de mi bolsillo. Efectivamente era la nota que ella me dio en el descanso de las clases por la mañana.

Todavía no sabia si leer aquel trozo de papel o ignorarlo por completo, todo lo que había sucedido durante el primer día del nuevo curso era algo que jamás hubiese pensado que podría haberme pasado a mi. Me decidí y comencé a leer. Tenía una caligrafía perfecta aunque un poco temblorosa, supongo que estaría algo nerviosa al escribirla. Aquella nota decía lo siguiente:

"Sé que prácticamente no te he dirigido la palabra en todos los años que llevamos juntos en clase, pero los últimos meses del curso pasado me comencé a fijar en ti. Me di cuenta de lo inteligente que eras y le pregunté a la gente que te conocía que me contasen cosas acerca de ti. 

Pude darme cuenta de que nunca te he dado una oportunidad y querría poder conocerte antes de acabar este curso y no volver a saber nada de ti. Me gustaría poder saber mas cosas de ti y que quedásemos algún día si a ti te apetece."

Después de leerlo varias veces me quedé mirando al techo del salón sin saber como reaccionar. Ella me había ignorado durante todos estos años y ahora quería empezar a conocerme. Yo no sabía si ella decía esas palabras de verdad o simplemente quería que yo me crease ilusiones porque ella de verdad quería conocerme.

Llevaba mucho tiempo fijándome en ella y deseando que ella se diese cuenta de mi simple existencia, con un simple saludo suyo cuando nos cruzábamos por los pasillos ya habría sido más que feliz, pero me ignoraba por completo. Tenía que decidir que hacer con aquellas palabras, si ignorarlas o atreverme a quedar un día con ella, pero llegó la hora de volver a clase y dejé aquella decisión para otro momento.

Volví lo más a prisa posible a clase, llegaba tarde otra vez. Por el camino no me crucé con nadie, todo el mundo debía estar ya en clase. Entré por la puerta y me senté en mi sitio, el profesor no había llegado todavía, saqué la nota del bolsillo y la volví a leer. Estuve pensativo unos segundos y entonces se me ocurrió que es lo que haría, ya sabia como afrontar esta situación tan extraña.

Pasaban las horas y ya casi terminaban las clases por hoy. Como había estado pensando durante todo este rato decidí que la esperaría al salir de clase. Y así hice, cuando sonó la sirena que indicaba el final de las clases, me baje a la entrada del instituto y me senté en el banco que había al lado de la puerta de salida.

Un momento después apareció ella completamente sola, me levanté de mi asiento y corrí a ponerme a su lado. La saludé y ella solo me dirigió una leve sonrisa. Caminamos un rato los dos juntos sin apenas decir nada y fue cuando ya no había nadie a nuestro alrededor, que yo me decidí a hablarle de lo que ella me había escrito en la hoja de su cuaderno.