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lunes, 3 de septiembre de 2012

Discusión en plena calle.

Al escuchar aquel grito, me giré inmediatamente y aun sin saber que me pasaba me dirigí hacia ella. Marta pretendía que yo le diese alguna explicación de por qué salí de allí sin decirle nada ni tan siquiera un simple "Hasta mañana".

Marta me dijo que le sorprendió mucho que me fuese tan de sopetón y me preguntó que si estaba molesto con algo o si simplemente me olvidé de ella. Yo estaba allí, pero mi cabeza continuaba aun en la conversación que mantuvimos en la Heladería. No podía comprender como era aquella situación que vivía ahora.

¿Debía pensar que ella se acercó a mi solo porque otras personas se lo dijeron? o por otro lado, ¿debería darle un voto de confianza y creer que se dignó a hablar conmigo por voluntad propia?.

Algún día mis preguntas tendrían una respuesta, pero me parecía que no iba a ser hoy ese día. Aproximadamente media hora. Es lo que estuvimos el uno frente al otro, en mitad de la calle sin decir nada, mirándonos fijamente a los ojos, cristalinos, a punto de brotar lágrimas de ellos aunque no hubiese motivos.

Finalmente Marta se dio la vuelta con la cabeza gacha, pero no se movió de allí. En un acto de desesperación por no saber que pasaba le conté todas las dudas que rondaban por mi mente. Ella se quedó mirando al suelo y cuando terminé soltó una risa irónica y me miró con cara de sorprendida.

-¿Realmente crees que si no fuese por voluntad propia habríamos quedado estos días?, ¿No crees que si a mi no me hubiese apetecido, por mucho que me dijesen que eras así habría pasado de hablar contigo?- Marta dijo esto indignadísima y con cara realmente de enfado.

No sabía que hacer, como reaccionar, que pensar. Acababa de tener una discusión con alguien con quien apenas llevaba dos días hablando. Yo realmente no pensaba que ella no quisiera hablar conmigo y solo hablase por lo que le habían contado de mi aquel verano, pero era lógico, o al menos eso creo yo que si alguien no te habla en mas de diez años compartiendo clase y justo empieza a hablarte después de contarte esa historia pueden surgir ciertas dudas.

-Mira Marta, no llevamos ni dos días de clase y ya hemos hablado más que durante el resto de años juntos en el colegio.- ¡Yo discutiendo el mitad de la calle!, ¡YO!, la persona mas tranquila que jamás ha existido.-Y siguiendo con esta conversación, no creo que hayas hablado conmigo solo por eso pero comprende que es extraño que una persona solitaria como yo, le hable tanto alguien como tu que siempre se ha relacionado con la gente mas popular del instituto. Aun con los problemas que has tenido con ellos me sorprende.

-Luis no creo que debas poner en duda el por qué me he decidido a hablar contigo, te he contado mis problemas este verano me he sincerado contigo y me he excusado una y mil veces por no fijarme en ti todo este tiempo, estuvo mal por mi parte lo se, pero tenía otras amistades que me presionaban.- Marta estaba a punto de llorar y casi no le salían las palabras pero no podía dejar de hablar.- No hablé contigo porque si no mis amigos me rechazarían y por aquel entonces aún pensaba que eran gente que merecía la pena cosa que se que ahora no son.

Lo pienso y no se porque reaccioné así, pero lo único que se me ocurrió en aquel momento fue secarle las lágrimas con mis manos, abrazarla lo más fuerte que pude y decirle al oído que se tranquilizase, que entendía perfectamente lo que había vivido ella todos estos años.

Marta me separó de aquel eterno abrazo ya más calmada y nos volvimos a quedar mirando fijamente. Fueron unos segundos que nunca sabré describir y así sin más, de pronto, sin esperarlo... ¡ME BESÓ!.

Anonadado y con la piel de gallina, me quedé allí plantado un buen rato mientras ella corría calle arriba de vuelta a casa sin haberme dicho nada después de aquel inesperado beso. Tras unos minutos en los que yo aun no era consciente de lo que acababa de pasar y ya había perdido de vista a Marta, regresé a la heladería cogí la chaqueta que allí había olvidado y regresé tranquilamente a casa.

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