__

lunes, 22 de octubre de 2012

Una tarde en casa.

Caminamos largo rato calle abajo por la gran avenida que iba, de su casa hasta la calle donde estaba el pequeño bloque de pisos donde vivía con mi hermano Pedro.

Íbamos muy lentamente, pero sin detenernos. A pocos metros de llegar a mi casa, pues ya se veía el portal al final de la calle, ella me pasó mi mano por encima de sus hombros y recostó su cabeza contra mi, debía estar agotada de haber llorado minutos atrás.

No sabía como sentirme en aquel momento, no podía pensar con claridad, estaba con Marta después de meses sin hablarnos y esquivar miradas por los pasillos, tras una discusión en plena calle y habiéndola hecho llorar.

Ignoraba si ella me quería, aunque suponía que no, tampoco tenia idea alguna de que era lo que ella sentía por mi o lo que pensaba de mi tras estos meses y más en concreto con lo que paso minutos antes. Con todas estas dudas y preguntas revoloteando por mi cabeza nos acercábamos al portal. 

Suavemente quité el brazo con el que le rodeaba los hombros y saqué las llaves del bolsillo de mi chaqueta, Marta se apoyó contra la pared mientras yo abría, se la veía muy apagada, sin ganas de nada ni de ver a nadie, supongo que accedió a venir conmigo por no regresar a su casa o acudir a la cita que tenía con los ojos hinchados por llorar.

Al fin abrí la puerta y cogí de nuevo a Marta de la mano, subimos unas pequeñas escaleritas y nos topamos de frente con el ascensor, abrí la puerta y nos metimos dentro. Subimos varios pisos y llegamos a la puerta de mi casa, continuaba sin creer lo que estaba pasándome. 

Giré la llave dentro de la cerradura y con muchos nervios la invité a pasar, mi voz temblaba. Entramos los dos y cerré la puerta, pasamos al salón y la senté en un pequeño sillón que teníamos, la dejé sola unos segundos y fui a la cocina a por un poco de agua y algo para comer. 

Regresé al salón y le ofrecí el agua y la comida, pero colo aceptó el agua, dijo que no tenía hambre y que estaba algo nerviosa y si comía algo seguramente le sentase mal. Dejé la comida encima de la mesa del salón y el vaso de agua del que Marta acababa de beber. 

No se si sería lo mas adecuado, pero la deje sola durante un rato y fui a mi habitación, me puse algo más cómodo para estar por casa, me quite los zapatos que llevaba y me puse unas sandalias algo más cómodas. Pasé por la habitación en la que dormían mis padres y encontré unas zapatillas que mi mi madre utilizaba para estar por casa, estaban algo viejas, pero todavía podrían servir de algo.

Con las zapatillas rosas y verdes de mi madre en la mano pase al baño y las limpié un poco con una toalla para quitarles el polvo que tenían de haber estado largo tiempo guardadas en un armario. Volví por donde había venido y entré otra vez en el salón. 

Dejé las zapatillas al lado de los pies de Marta, no dije nada, pero supuse que ella entendería que podía utilizarlas si quería para quitarse los tacones que llevaba, pues no me parecían nada agradables ni buenos para sus delicados pies. Ella los aceptó y rápidamente se quito sus tacones y se puso las zapatillas que le había traído.

Mientras ella se recostaba un poco en el sillón yo fui a sentarme en el sitio mas alejado de ese sillón que había, un sofá en la otra esquina del salón, parecía que huía de ella, pero solo intentaba darle espacio para que no se agobiase o no se sintiese agobiada. Posiblemente ella prefiriese que yo estuviera junto a ella y no al otro lado de la sala, pero era mejor que pidiese por si misma lo que quisiera cada momento.

Los dos permanecíamos inmóviles, sin mirarnos, sin hablar, simplemente en silencio y sumergidos en nuestros propios pensamientos. Marta levantó la cabeza miro al techo y se dejó caer tumbada en el sillón.

Marta comenzó a hablar entre susurros, era prácticamente inaudible, a veces se escuchaba alguna palabra pero no pude encontrar relación entre ninguna de ellas.

-¿Cómo te encuentras Marta?-Le pregunte con un leve hilo de voz, que pensé que ni escucharía.

-No sé como me siento, no sé que pensar sobre lo que me pasa y no sé que hacer ahora mismo.- Se la veía derrotada sin saber que dirección tomar.

Yo estaba bastante confundido con todo aquello, ella no quería saber nada de mi pero accedió a venir a mi casa. Con todo esto me decidí a preguntarle.

-¿Marta, hay algo de lo que quieras hablar?-Estaba muy confuso, no se si me escucharía, estaba sumergida en sus murmullos y sus pensamientos, pero si me escuchó.

-Si, hay algo de lo que me gustaría hablar Luis.- Se le notaba muy decaída, pero a la vez con ganas de hablar.

-Tranquila Marta, podemos hablar de lo que necesites, para algo están los amigos.-Le esbocé una leve sonrisa para que supiera que podía confiar siempre en mi, aunque creo que ella no me vio, estaba con la cabeza mirando al suelo.

-Luis, me gustaría saber cómo has pasado estos meses, quiero saber en qué has estado pensando o simplemente en que no has pensado.-Sabía que esa última pregunta la decía porque pensaba que no me habría acordado de ella.

Me quedé con la cara blanca, no sabía si debía contarle como lo pasé realmente y lo que es más, no sabía si estaría preparado para contárselo todo, pero a la vez no estaba dispuesto a ocultarle nada a ella. Con todas estas dudas en mi cabeza comencé a contarle...

No hay comentarios:

Publicar un comentario